La realidad de las vacas criadas por su carne

Las vacas tienen muchas cualidades emocionales similares a las nuestras. Son perceptivas, sensibles y están muy sintonizadas entre ellas. Las vacas que nacen en cautividad, bien sea como productoras de leche o de carne, no pueden satisfacer muchos de sus instintos naturales.

Vacas
Foto cortesía de AdobeStock

 

Inteligencia y carácter

Las vacas mantienen muy buenas relaciones sociales. Forman relaciones duraderas y puede ser muy angustiante romper estos vínculos, especialmente entre madres e hijos. También resulta obvio que las vacas entablan amistad con sus pares, especialmente con aquellos animales de edad similar, y prefieren pasar tiempo juntas, compartiendo comida y haciendo cosas juntas.

¡Las vacas pueden saltar de alegría!

Investigadores de la Universidad de Cambridge han descubierto que las vacas lecheras jóvenes se emocionan cuando aprenden a abrir verjas para obtener comida. Su ritmo cardiaco se acelera y se vuelven más animadas. Algunas vacas incluso saltan de alegría en ese momento de “¡eureka!”; es una reacción emocional a su propio aprendizaje y logro.

La realidad de las vacas en la industria cárnica y lechera

Vacas como carne de ternera

Se sacrifican más de 290 millones de vacas al año en todo el mundo.

Manipulaciones y mutilaciones

En la primera semana de vida, normalmente se descuerna a los teneros, se les castra y se les marca con hierro candente.

Descornar

A los teneros que se crían como lechales y como carne de ternera se les quitan los bulbos de donde crecen los cuernos. Esta operación se lleva a cabo quemando el bulbo con hierro candente (cauterización) o aplicando una mezcla (química) que erosiona el bulbo. No se aplica ningún calmante, pero cuando esta mezcla gotea, causa un inmenso dolor a los terneros. Estos dos procedimientos los puede llevar a cabo legalmente cualquier persona sin cualificaciones.

Castración                                            

Los terneros macho que se crían como carne de ternera suelen ser castrados. Es un proceso doloroso que puede tener muchas complicaciones y provocar infecciones,

Transporte y sacrificio

Ya sean criadas para carne o como lácteas, todas las vacas terminan en el matadero y experimentan el mismo horror.

Una vez en el matadero, se aturden con una pistola de perno cautivo, luego se encadenan, se desangran, se destripan y despellejan. Sin embardo, debido a la velocidad de producción, normalmente se ignora la ley que dice que las vacas deben estar inconscientes o anestesiadas antes de ser sacrificadas. Muchos trabajadores sin cualificaciones adecuadas tienen dificultades, y cortan el cuello y quitan la piel a muchos animales que aún están plenamente conscientes.

Según cuenta un trabajador en un matadero:

“Muchas veces el despellejador se da cuenta de que el animal aún está consciente al cortar por un lateral de la cabeza, porque el animal se pone a dar patadas salvajemente. Cuando esto ocurre, o cuando la vaca llega dando patadas, los despellejadores clavan un cuchillo al final de la cabeza para cortar la médula espinal.” [i]

Vacas y terneros

Como todos los mamíferos hembra, para producir leche, una vaca debe parir. Y como en el caso de las mujeres, el embarazo de una vaca dura nueve meses. Una vaca lechera da a luz a su primer ternerito a los 18 meses de edad, aproximadamente. Normalmente se le separa de ese ternero a las horas de nacer. Esta separación es traumática tanto para ella como para su bebé. Las vacas normalmente mugirán durante largo tiempo esperando encontrarse con su pequeño. Muchas de ellas también andarán se moverán erráticamente durante varios días, en un intento por reencontrarse.

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Foto cortesía de AdobeStock

Para garantizar este suministro constante de leche, las vacas sufrirán el mismo proceso de embarazo y separación varias veces en sus vidas. Estarán atrapadas en este ciclo mientras puedan producir la suficiente leche como para considerarlas “rentables”. Normalmente se insemina a las vacas lecheras de manera artificial cada 13 meses, lo que significa que dará a luz a un ternero casi cada año. Las vacas pueden llegar a vivir 15-20 años, pero debido al gran daño en la salud que produce este ciclo de embarazo y producción de leche, la esperanza de vida de una vaca lechera se reduce a tan solo 7 años.

Al contrario de lo que ocurría hace unas pocas generaciones, cuando se usaba la misma raza para carne y para leche; hoy en día las vacas lecheras se seleccionan genéticamente para maximizar la producción.

En las granjas de cría intensiva, para reducir costes y controlar la alimentación; se suele mantener a las vacas en sistemas “sin pasto”. Son espacios cerrados donde las vacas no pueden ni pastar ni realizar comportamientos naturales. Se les alimenta con pienso rico en proteínas para aumentar la producción de leche.

Terneros macho y lechales

Con tantas vacas pariendo y pariendo para garantizar el suministro constante de leche, la industria láctea produce un “superávit” de terneros. Los terneros hembra se convertirán en máquinas productoras de leche en cuanto alcancen la edad mínima, justo como sus madres.

Los terneros macho (también llamados becerros), como no producen leche, no resultan útiles para los granjeros lecheros; y se subastan a muy bajo precio. Los machos de las razas lecheras no crecen tanto como los de las razas cárnicas; así que normalmente se sacrifican cuando nacen, se venden como carne de baja calidad o se crían como lechales.

En algunos países todavía se utilizan jaulas para confinar los terneros lecheros. La carne lechal es apreciada por su textura blanda y pálida, así que los terneritos quedan confinados en pequeños rediles, cobertizo o jaulas, en los que no pueden moverse con libertad y les dan una alimentación insuficiente en nutrientes. Estas jaulas son tan crueles que están prohibidas en toda la Unión Europea y en al menos 7 estados de los EE. UU. Los terneros, estén en jaulas o en rediles, se sacrifican alrededor de los 6 meses.

Dairy veal farm
Foto cortesía de WeAnimals

 

Referencia (en inglés)

[i] Foer, JS, 2009, Comiendo animales. Londres: Penguin Books

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