En una palabra: no.
El estereotipo del típico vegano engreído, que menosprecia a la “gente normal” es justamente eso: un estereotipo. Y no es más cierto que cualquier otra generalización dañina que conozcamos sobre otros grupos que se salgan un poco de la norma.
Lo cierto es que los veganos somos “gente normal”. Somos un grupo de lo más variado y, como el resto del mundo, nos preocupamos por los quehaceres de la rutina diaria: trabajo, amigos, relaciones, familia, aficiones y, claro está, ¡qué hay para cenar!
La única diferencia es que los veganos no incluimos productos animales en nuestra vida diaria; y esta decisión de no usar ni consumir animales proviene de nuestra compasión hacia esas criaturas más que del deseo de sentirnos superiores al resto de los humanos.