Todos hemos visto algún documental sobre impresionantes cacerías en programas de naturaleza, pero hay un gran trecho entre los hábitos alimenticios de los humanos y los animales salvajes. A pesar de que muchas especies pueden mostrar empatía, la realidad es que, en la naturaleza, los depredadores cazan porque es algo instintivo y no tienen otra opción; la alternativa sería morir de hambre. Pero no es así para los humanos, quienes pueden, ya no solo sobrevivir, sino desarrollarse siguiendo una alimentación vegana; sobre todo en sociedades avanzadas donde los alimentos vegetales son abundantes.
Los animales salvajes no hacen una elección moral sobre qué comer así que, ¿Por qué deberíamos los humanos fijarnos en ellos como guías para decidir nuestra alimentación? No nos fijamos en otras especies animales en otras cuestiones morales. Cuando una lechuza madre anima a sus polluelos a que picoteen al hermano menor hasta la muerte y se lo coman porque hay escasez de comida, ¿acaso pensamos: “Ey, ¡qué buena idea! Haré lo mismo cuando ande justo de dinero”? Podemos decidir cómo comportarnos, así que también podemos usar esos cerebros que tenemos para elegir qué comemos con conocimiento de causa.