Las vacas poseen muchas de las mismas cualidades emocionales que nosotros y, al igual que las personas, algunas son juguetonas, impertinentes y extrovertidas, mientras que otras son más sensibles, reflexivas y tímidas. Sin embargo, todas son capaces de ser felices, y las vacas saltan, literal, de alegría cuando tienen una razón para ello, pero en las granjas de la industria láctea y de carne, las vacas sufren tanto física como mentalmente.
La vida en el rebaño
Las vacas prosperan con interacciones sociales y establecen relaciones estrechas y duraderas con los miembros de sus rebaños. Las vacas semisalvajes se acicalan y pastan juntas, comparten alimento y coordinan sus actividades. Para las hembras el vínculo más estrecho y fuerte que establecen es con su cría. Cuando está a punto de parir, la madre se aleja de la manada para tener intimidad, algo que muchos animales de granja anhelan pero que pocos llegan a experimentar. Luego de que ya está preparada, ella vuelve y presenta de manera oficial a su recién nacido. Su cría permanece con ella y se alimentará durante 9 a 12 meses antes de ser destetada.
En un cautiverio, nada de esto ocurre.
La vida en una industria láctea
Como todas las hembras de mamíferos, las vacas deben estar embarazadas para producir leche, que producen sólo por sus crías. En lugar de amamantar durante un año, se retira a la cría a las 24 horas de nacer, para evitar que beba toda esa valiosa leche.
Esta separación es traumática tanto para la madre como para la cría. Se llaman durante días y las madres se pasean de un lugar a otro, buscando la forma de reunirse con sus crías. Si la cría es hembra, se unirá un día con la manada y pasará por el mismo ciclo de inseminación artificial invasiva, embarazo, parto y separación. Si es macho, su futuro es menos seguro. Los terneros machos no pueden crecer para producir leche y, a menudo, no son una raza que gane suficiente músculo para ser engordada de manera lucrativa para el sacrificio. Miles de terneros machos se venden para criarse y sacrificarse para la carne de vacuno, mientras que cientos de miles se crían para carne de ternero. Aunque mucha gente considera que la producción de la carne de ternero es cruel, muy pocos comprenden que esta producción y la industria láctea dependen una de la otra.
Al igual que la madre, será llevada a sus límites biológicos, perderá una cría tras otra y será ordeñada hasta que esté agotada o “gastada”, como lo llama la industria, y su productividad disminuirá logrando que la envíen al matadero. Podría vivir al menos 15 a 20 años, pero la matan a los 5 o 6 años y convertirán su cuerpo en productos cárnicos de baja calidad, como las hamburguesas baratas.
Industria ganadera
A menudo, las personas piensan que las vacas en las industrias lácteas tienen una vida bonita, porque lo han visto en algunas ganaderías. Hoy en día, la típica vaca lechera de Estados Unidos, pasa toda su vida dentro de un recinto con suelo de hormigón.
Sufrimiento
Las vacas que se usan en la industria láctea se crían para producir una gran cantidad de leche, alrededor de diez veces más de las necesarias para alimentar al ternero. El peso del exceso de la leche distiende sus ubres, lo que provoca infecciones en los pezones y también contribuye a la cojera. Estas dos condiciones, dentro de la infertilidad, son las razones principales de porqué miles de vacas lecheras son enviadas al matadero cada año en una edad aún más temprana de la que tendrían.
Mastitis
La mastitis es una infección bacteriana de las ubres que causa hinchazón o endurecimiento doloroso. Esto se atribuye a las condiciones de vida antihigiénicas, estrechas y mal ventiladas. Los datos más recientes de la USDA, sugieren que al menos una de cuatro vacas en los Estados Unidos padece mastitis.
La leche que proviene de las vacas infectadas tiene un recuento de células somáticas mucho mayor. Cuando la vaca está infectada, más del 90% de las células somáticas en la leche son “neutrófilos”, las células inmunitarias inflamatorias que forman el pus. Dado que la mastitis es tan frecuente en las vacas lecheras, no hay forma de evitarla y el límite legal para el consumo humano es de 750.000 cel/mL.
Cojera
La cojera es muy común en los rebaños lecheros. Esta es causa de las infecciones, como la laminitis y agravada por la mala alimentación y los largos periodos de permanencia en suelos duros. Es difícil de comprender el dolor de la laminitis, sin embargo, John Webster, profesor emérito de la Universidad de Bristol, lo comparó con el hecho de que no aplastaran las uñas en la puerta, y que luego se tenía que permanecer sobre esas puntas de los dedos durante horas.
Vacas criadas para carne
La vida tampoco es un picnic para las vacas criadas por su carne. Durante la primera semana de vida, los terneros suelen estar sometidos, castrados y mercados o etiquetados en las orejas, todos estos procedimientos dolorosos sin requerir anestesia ni alivio de dolor.
Si se crían al aire libre y se alimentan de hierba durante meses de verano o se mantienen dentro de un establo durante todo un año, su vida termina cuando alcanzan el peso requerido. Pueden tener poco más de un año.
Descuerne
Los terneros que se crían tanto para la producción de la leche como para la carne, se someten para evitar el crecimiento de los cuernos. Para ello, se quema la yema del cuerno con un hierro caliente o se aplica un producto químico para erosionarla. El producto químico cáustico puede quemar la piel si la aplicación no se hace con cuidado, pero aun así no es necesario un analgésico.
Castración
Es un procedimiento doloroso, que puede resultar en complicaciones e infecciones. En Estados Unidos, la castración se hace con una serie de métodos físicos, químicos y hormonales. Los métodos físicos son los más comunes e incluyen la eliminación de los testículos restringiendo el suministro de sangre con una banda elástica y aplastando los cordones espermáticos con una pinza. No se requiere ningún analgésico.
Sacrificios
Si se crían tanto para la carne como para la leche, toda la carne acaba en el matadero. En Estados Unidos, la mayoría de las vacas son aturdidas con una pistola de perno cautivo en el cerebro, luego son encadenadas, izadas y degolladas antes de ser destripadas y desolladas.
Las investigaciones muestran que el aturdimiento a menudo fracasa, y que las vacas soportan repetidos disparos hacia la cabeza o al cuello mientras están aún conscientes. El miedo que experimentan es demasiado claro para ver.
Referencias
[1] ‘Dairy 2014: Milk Quality, Milking Procedures, and Mastitis on U.S. Dairies, 2014’, USDA, septiembre, 2016
[2] Michael Greger MD, ‘How much pus is there in milk?’ NutritionFacts.org [acceso el 31 mayo, 2017]
[3] ‘Determining U.S. Milk Quality Using Bulk-Tank Somatic Cell Counts, 2017’, APHIS [online] [acceso el 14 agosto, 2021]
[4] John Webster Animal Welfare: Limping Towards Eden, Blackwell Publishing Ltd, 2005
[5] ‘Welfare Implications of Castration of Cattle, American Veterinary Medical Association [online] [acceso el 14 agosto 2021]
Página actualizada en mayo 2020