Tras realizar una extensa investigación sobre el impacto en el medio ambiente de diferentes alimentos, el investigador de la Universidad de Oxford Joseph Poore realizó un descubrimiento increíble: la leche de soya menos sustentable era aún mejor para el planeta que la leche de animal más sustentable.
Entonces, ¿Por qué los lácteos son tan malos y que podemos hacer para minimizar nuestro impacto alimentario en el planeta?
Metano y cambio climático
Tal como existe la crueldad en las granjas lecheras, también existen consecuencias medioambientales de tener a las vacas en cautiverio.
El metano es un gas de alto impacto climático, y que en un periodo de 20 años es 84 veces más propenso a elevar las temperaturas que el CO2. Las Naciones Unidas ha dicho que reducir las emisiones de gas metano es vital para enfrentar el cambio climático, pero ¿dónde empezamos?
Alrededor del 27% de todas las emisiones de metano (link en inglés) producidas por humanos viene de la agricultura animal, y aunque no es su responsabilidad directa, las vacas son las mayores culpables.
El primer problema es que las vacas son rumiantes, y sus sistemas digestivos generan metano. El segundo problema es que existen muchísimas vacas.
Se han criado 270 millones de vacas para ordeñar su leche y cada una eructa grandes cantidades de este gas perjudicial para el medio ambiente. Y gracias a sus grandes emisiones de metano y otros procesos de destrucción medioambiental, las empresas lecheras más grandes del mundo generan emisiones de efecto invernadero de gran envergadura.
Deforestación
Uno de los grandes problemas con la agricultura animal es que genera muchos deshechos, lo que significa que necesitamos muchas más tierras para cultivar alimento para estos animales que si solo cultiváramos para alimentarnos nosotros.
En total, el 83% (link en inglés) de toda la tierra cultivable en el planeta se usa para la agricultura animal, pero solo nos entrega un 18% de nuestras calorías.
¡Esto es muy poco eficiente! Y mientras el número de animales de granja continúa en aumento, la cantidad de tierra cultivable sigue siendo el mismo. En vez de vivir dentro de nuestras posibilidades, estamos arrebatando esta tierra de la naturaleza.
Los bosques y otros hábitats esenciales están siendo reducidos, no solo por el pastoreo de las vacas, pero también para cultivar soya que va directo a su alimentación.
Con la pérdida de los bosques, llega la pérdida de fauna salvaje y el desplazamiento forzado de personas nativas. Los científicos han advertido que actualmente estamos experimentando una sexta extinción masiva mundial, y la agricultura animal es uno de los principales responsables.
Contaminación en ríos y lagos
En todas partes alrededor del mundo nuestras fuentes de agua se están secando producto de los peligrosos crecimientos de algas. Este dramático crecimiento de algas bloquea el oxígeno del agua, lo que mata a los peces e insectos.
Estos crecimientos están llenos de nutrientes como el fósforo y el nitrógeno que se pueden encontrar en los deshechos de animales y los fertilizantes que se necesitan para potenciar los cultivos que alimentan a los miles de millones de animales de granja.
Cuando estos químicos llegan a las vías fluviales las consecuencias son desastrosas. En todos los lugares en donde existe una industria lechera de importancia– está ocurriendo lo mismo. Estas vías fluviales están muriendo producto de la agricultura animal y la industria lechera.
Lo mismo está ocurriendo en los océanos del planeta donde los floramientos de algas absorben tanto oxígeno del agua, que las especies marinas tienen que escapar o morir. Estas zonas muertas han ido doblando en número desde 2008, donde existían alrededor de 400 zonas muertas conocidas, hasta el 2019, donde casi se duplicó hasta 900. Una vez más, la contaminación por químicos – que provienen de los animales de granjas y desechos humanos, principalmente, son responsables por esto. Si no detenemos esta tendencia devastadora, otras extinciones son inevitables.
Zonas muertas en el océano
¿Cuál es la solución?
Es muy simple (y deliciosa): dejar de consumir lácteos. Podemos hacer pequeños cambios en nuestra dieta que tendrán un gran impacto en el mundo. Ya que los lácteos generan 3 veces más emisiones que la leche de soya, es fácil ver porque un sustituto tan simple puede tener un impacto tan importante.
Y la leche de plantas no tiene por qué ser siempre de soya. Hay muchas opciones disponibles en el mercado como la leche de avena, de almendra, de castañas de caju, de avellana, cáñamo y coco, que pueden utilizarse con té, café, cereales o batidos, para hornear o por si solas. También presta atención a los yogures, cremas, quesos y helados en base a plantas, ¡Cada vez hay más opciones!
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