Hace un montón de gnocchi.
Al combinar los sabores otoñales por antonomasia (salvia, sirope de arce, canela) con una variedad de tubérculos coloridos, este entrante otoñal es un plato de consolación sofisticado y fino. Mientas que la combinación de tubérculos da como resultado un plato estéticamente llamativo, complica un poco el proceso. Si quieres hacer una receta más simple, usa solo una raíz en vez de seis.
Hace un montón de gnocchi.
Al combinar los sabores otoñales por antonomasia (salvia, sirope de arce, canela) con una variedad de tubérculos coloridos, este entrante otoñal es un plato de consolación sofisticado y fino. Mientas que la combinación de tubérculos da como resultado un plato estéticamente llamativo, complica un poco el proceso. Si quieres hacer una receta más simple, usa solo una raíz en vez de seis.
Calienta el horno a 200ºC/400°F.
Envuelve las remolachas, el boniato, el apio nabo, la chirivía y el nabo individualmente en papel de aluminio y ponlos sobre papel de horno. Pon la calabaza, boca abajo, sobre la misma bandeja con papel. Asa todas las verduras unos 45-60 minutos, hasta que puedas pincharlos con un tenedor. Retíralos del horno y dejan que se enfríen lo bastante como para poder cogerlos.
Mientras tanto, prepara el pesto. Calienta el aceite de coco a fuego medio-alto. Cuando brille, añade las chalotas y la salvia. Saltea 5-10 minutos, hasta que estén doraditas. Pásalas a un procesador de alimentos con el resto de los ingredientes del peso, excepto el aceite de oliva. Bátelo todo hasta que esté bien combinado, despegando la mezcla de las paredes según sea necesario. Mientras el motor funcione, añade el aceite de oliva para conseguir la consistencia que te guste.
Pon a hervir una cazuela con agua con sal.
Una vez los tubérculos estén fríos, hazlos puré uno por uno en el procesador (o con un machaca-patatas) y pon los purés en cuencos diferentes. Prepara las remolachas las últimas, para que no manchen el resto de verduras con su tinte. Mezcla los purés del apio nabo, la chirivía y el nabo. Te deberían quedar cuatro cuencos de puré: uno muy naranja (calabaza), uno naranja suave (boniato), uno magenta (remolacha) y uno blanco (apio nabo, chirivía y nabo). Combina cada uno de los purés con una taza de harina, y ve añadiendo más hasta que todos tengan una consistencia un tanto pegajosa (la calabaza y el boniato necesitan menos que los otros).
Espolvorea con harina una superficie de trabajo. Divide cada masa en dos porciones y haz rollitos de 1 cm de ancho más o menos. Corta cada rollito en 10-20 gnocchi y ponlos en una capa en una bandeja para horno con papel antiadherente.
Cuando el agua de la cazuela hierva, echa los gnocchi (de diez en diez, y del mismo color). Cocínalos hasta que floten en la superficie, unos 30 segundos. Sácalos del agua y ponlos sobre un colador para que escurran.
Combina todos los gnocchi en un bol más grande (el agua hirviendo habrá sellado su color, así que ahora sí se pueden mezclar). Añade el pesto y revuelve para que cubra todos. Sírvelo caliente.
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